Música para San Julián añejas sonadas olcades 4000

Música para San Julián añejas sonadas olcades 4000
Durante siglos, la Iglesia nunca escatimó recursos a fin de asegurar la presencia de la música en sus celebraciones. Son de admirar los esfuerzos que siempre hizo para que, incluso en los momentos más precarios por los que atravesaron sus arcas, al menos un pequeño grupo de músicos y cantores solemnizase las funciones religiosas más relevante. Este sentimiento se convirtió, a su vez, en uno de los destacados pilares sobre los que se asentó la composición de obras musicales. Cada celebración era una fiesta especial y merecía un tratamiento singular. De ahí que los cabildos catedralicios no dudasen jamás en encargar a sus maestros de capilla la composición de nuevas obras con que agasajar a los santos o vírgenes venerados en cada diócesis. Muchas de ellas, una vez alcanzado el fin para el que habían sido creadas, eran olvidadas, llegando no pocas a escucharse tan solo una vez.
Obras para el patrón de Cuenca
Si la solemnidad estaba presente en cualquier fiesta religiosa, ¿qué decir de las obras que solían componerse o los fastos que se programaban para obsequiar al santo patrón de la localidad? Cuando ya hace décadas que en la catedral de Cuenca desapareció la capilla musical que durante siglos aderezó sus celebraciones, en su archivo de música se conservan numerosas composiciones que dan fe de la pompa con que, en tiempos pasados, se recordó a nuestros santos y, cómo no, especialmente a San Julián. Se trata de unas 30 composiciones —motetes, villancicos, gozos, arias, etc.—, compuestas por 14 compositores —desde Xuárez a Herrera, por poner dos referencias— que, dedicadas a nuestro patrón, permiten adentrarse en las diversas estructuras y géneros musicales —himnos, motetes, villancicos, gozos, responsorios o arias— con que los compositores de los ss. XVII a XIX le rindieron tributo.

Disco compacto (CD) de 1999
En 1999, por iniciativa de quien suscribe estas líneas, quien realizó la transcripción de las piezas y coordinó el proyecto, la Diputación de Cuenca patrocinó la grabación de un CD en el que se recogieron 7 composiciones dedicadas a San Julián. Contando con varios solistas, el Coro Alonso Lobo y una sección de la Orquesta Filarmónica de Cuenca, todos a las órdenes de Luis Carlos Ortiz, se recuperaron piezas de compositores que prestaron sus servicios en nuestra catedral. ¿Sus nombres? Anastasio Muñoz (Gaudete omnes in Domino; 1885), Francisco Morera (Objeto portentoso; 1761), Pedro Aranaz (Hic est sacerdos magnus; 1777), Manuel Hermenegildo Saiz (Ecce sacerdos magnus; 1806); Higinio Benito Herrera (Sed nuestro fiel abogado; 1834), Santiago de Pradas (Pone thesaurum tuum; 1798) y Cayetano Echeverría (Ah! del espumoso Júcar; s/f).
Algunos conquenses tuvieron la fortuna de asistir al concierto en el que se interpretaron y grabaron en directo estas obras, celebrado en la capilla del popularmente conocido como Convento de las Concepcionistas de Cuenca, en la Puerta de Valencia, el 5 de junio de 1999.
Tal labor permitió, en las postrimerías del s. XX, disfrutar de obras que en el mejor de los casos podían llevar hasta 100 o 200 años sin interpretarse, al tiempo que rendir homenaje a compositores que en su mayoría fueron —y así siguen— olvidados desde poco después de su muerte. Fue aquel, sin duda, un emotivo ejercicio de nostalgia en el que, durante unos minutos, un reducido público pudo sumergirse en una tímida, pero valiente, recuperación del pomposo ambiente musical vivido en la catedral conquense en el pasado.

Aquellos compositores
Sabido es que Santiago de Pradas, tras su muerte, la desmesurada fabulación le ayudó a llegar a nuestros días convertido erróneamente en poco menos que un genio. A ello ayudaron hechos tales como la paternidad infundada que se le atribuyó de un Miserere, o que se argumentase que la inspiración le llegaba al escuchar el llanto de su mujer al ser apaleada por él mismo. Otros —Morera, Echeverría o Aranaz— lo consiguieron sin necesitar para ello elementos extramusicales. Entre los compositores recuperados en el acto hubo conquenses —Pradas, Saiz, Muñoz o Herrera— de nacimiento, castellonenses —Morera—, ¿madrileños? —Echeverría— y navarros –Aranaz—. Sonaron obras de maestros de capilla de nuestra catedral —Pradas, Saiz, Herrera, Morera y Aranaz—, de otros que pretendieron serlo —Echeverría—, así como de algunos más que a su carrera de organista unieron la de compositor —Muñoz y Pradas—.
Añoranzas
Muchas líneas harían falta para, aun brevemente, hilvanar unos mínimos datos biográficos de estos maestros olvidados que, al margen de sus orígenes, oficios y sueños, sí que tuvieron en común el hecho de poner al servicio del culto a San Julián el noble arte de la composición musical.
Tras tantas décadas de tributos religiosos y musicales vividos en el primer templo conquense en clara devoción a su patrón, ¿es justo que una sociedad, supuestamente mucho más avanzada y sensible que la que nos precedió en los ss. XVII a XX, olvide, tal y como así ocurre, el patrimonio artístico acumulado durante siglos? Finis tristis pro tam dulcibus somniis.
Música para San Julián añejas sonadas olcades 4000

09/09/2025