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Quiero creer que no lo soy, pero cada vez más me considero poco menos que estúpido, bobo. Confieso que en cada jornada hay momentos en los que, tras someter a reflexión lo hecho inmediatamente antes, se desenjaula esa fiera que habita en mí, flagelándome impunemente tras analizar si mi previa actuación ha sido adecuada, errónea o simplemente mejorable. Las conclusiones a las que llego, casi siempre, son concluyentes: suelo sentir que podría haberlo hecho mejor, a pesar de la seguridad de acción que sé que mi entorno piensa que me caracteriza. Me da igual, cada vez más, la certeza con la que algunos aseveran que me conocen cuando un vistazo a ellos mismos no les vendría nada mal a fin de profundizar un poco más allá de si están bien peinados o llevan arrugas en la blusa escogida para la jornada.

«Lo que no crece, decrece». Esta reflexión, que al menos con esta literalidad desconocía hasta minutos antes de ponerme a compartir aquí hoy mis reflexiones, me llega de boca de una de esas personas de luz que prefieren intentar comerse el mundo y pelear con uñas y dientes por sus sueños, antes que tolerar sumisamente que sea la naturaleza humana ajena, en tantas ocasiones miserable, la que intente merendársela a ella. ¡Causalidad!, como comenta otro de esos amigos que habitan en mi pequeño cosmos. Me encanta codearme con este tipo de personas; hacen que los destellos diarios sean más brillantes, calurosos y duraderos que el hedor de las cloacas que no hace sino también aumentar con el calor que esas luces generan. Envidia y mediocridad, lo llaman, sin olvidar las solventes dosis de egoísmo reinantes hoy.

Puestos a confesar, procede también compartir que en medio de mis cábalas mañaneras he sentido la necesidad —«imperiosa», la llamarían los pedantes que cada día más habitan en el microcosmos que en torno a cada cual se crea— de irme al piano y desconectar haciendo música. La bestia que en ese momento llevaba dentro me lo ha agradecido. Magia, la de ese arte del que pocos realmente saben disfrutar, aunque interpreten de manera precisa y calculada. Arte y magia contra técnica y oficio. Gracias por entender.

LA TRIBUNA DE CUENCA