Los villancicos de mi catedral añejas sonadas ocaldes 1
Portada de la edición de la Diputación Provincial de Cuenca (1967)

(Federico Muelas rescata la Navidad escondida en Cuenca)

La historia de Los villancicos de mi catedral de Federico Muelas nace, supuestamente, en una librería de lance donde el escritos conquense tropieza, dice que casi por milagro, con unos plieguecillos mal cosidos que guardan la memoria musical y poética de tiempos pasados de la catedral de Cuenca, concretamente del siglo XVIII. Ese hallazgo se convierte en tarea apasionada; procede limpiar, ordenar y recrear unas letras destinadas al canto litúrgico que dos siglos después hablan al afortunado lector. En sus manos, aquellas cuartillas humildes pasan de material de archivo a retablo vivo de la Navidad conquense.

Un tesoro del siglo XVIII

Los cuadernillos que publica Muelas reúnen villancicos, al parecer, cantados en la catedral de Cuenca entre 1749 y 1792, con la única interrupción de los años en que el coro calló por desgracias como el incendio sufrido en 1767. Son impresos de origen madrileño y valenciano preparados por maestros de capilla como Aranaz, del Barrio, Ripa o Morera, que cuidan tanto el rigor teológico como el pulso popular. Cada legajo combina piezas solemnes de calenda y villancicos cultos con un nutrido conjunto de algunos populares donde la imaginación y el humor se ponen al servicio del Nacimiento.

Federico Muelas, antólogo y poeta

Muelas no se limita a transcribir; reconoce que interviene con decisión para que aquellos versos nacidos al compás de una música posteriormente perdida puedan sostenerse como poesía legible y viva. Así, afirma que elimina repeticiones, condensa argumentos y continúa líneas conceptuales con un respeto que él mismo somete al juicio de la conciencia, hasta lograr unos villancicos capaces de figurar en cualquier antología navideña por su doctrina, su gracia expresiva y su inquebrantable fe. En esa labor se percibe el mismo autor de otros libros de villancicos; un poeta que conoce a fondo la tradición española y que se siente padrino de estos curiosos materiales del XVIII.

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El libro fue ilustrado por Lorenzo Goñi

Personajes humildes ante el Pesebre

El libro proyecta una Navidad protagonizada por ciegos de gacetas, sastres rurales, sacristanes ignorantes, amas de cura, licenciados gorrones o castañeras y majos. Se acercan al Niño cargados de defectos y oficios. Mientras, en sus parlamentos asoma un humor dieciochesco que humaniza la festividad sin perder el respeto al misterio: la voz del narrador vela para que las irreverencias se conviertan en fe y catequesis vivas. La fiesta se vuelve así curiosa y emocionante; lo grotesco y lo tierno conviven para que el Niño se ría y se compadezca a la vez.

Cuenca como escenario del Nacimiento

Una de las delicias del volumen es la presencia constante de la tierra conquense: topónimos como Valdecabras, Las Majadas o Fuentes Claras sitúan la escena navideña en paisajes que el lector local reconoce como propios. Muelas subraya la gloria de una tierra que se sabe elegida marco del Nacimiento; mientras, Goñi refuerza con sus dibujos el diálogo entre las piedras conquenses y la humilde arquitectura del Portal. La Navidad se convierte en espejo en el que el pueblo mira su historia, sus oficios y geografía, enlazando la tradición vigente en el siglo XVIII con la del presente.

La edición de la Diputación de Cuenca (1967)

En 1967 la Diputación Provincial de Cuenca publicó este tesoro de Muelas y lo incluyó en la colección Almenara con el título Los villancicos de mi catedral. El volumen, impreso en Madrid con esmero tipográfico, incluye ilustraciones de Lorenzo Goñi, cuya línea firme traduce en imágenes el relieve rocoso de la ciudad y la humanidad pintoresca de los personajes retratados literariamente. No es una simple edición erudita; la institución provincial entendió en aquel momento el libro como acto de cariño hacia la memoria de Cuenca y como apuesta por la recreación poética. La edición, que se abre con una Justa loa de unos villancicos distintos, escrita por Dámaso Santos, continua con una Breve razón de un hallazgo y unos arreglos salidos de la pluma del propio Muelas, antes de reproducir las letras de 16 villancicos dedicados a los sastres conquenses, los licenciados gorrones, los sacristanes conquenses, los lisiados, las Vírgenes de Cuenca, los molineros del Júcar o los colegiales de San José entre otros varios perfiles propios de la Cuenca dieciochesca.

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Villancico de los sacristanes conquenses

NARRADOR

Los bolonios sacristanes

de aldeas y lugarejos,

que, aunque no asaltan a Cuenca

la cercan ha mucho tiempo,

como Belén es parroquia

y cura este Niño bello

postulando sacristía

entran al Portal resueltos.

COPLAS

Sacristán 1.º

Morte (sic) pide con firmeza

la primacía del puesto.

Siempre fueron Muerte y Vida

juntas, como sombra y cuerpo.

Sacristán 2.º

El de Mariana pretende

ser, por María, el electo,

que es la misma Virgen Madre

quien trae la ofrenda del Cielo.

Sacristán 3.º

Palomera solicita

sacristía por derecho,

pues es María paloma,

de otra el idilio perfecto.

Sacristán 4.º

Valde-Cabras (sic) pedir puede

la sacristía sabiendo

que gustoso lo tendrá

quien es de Valde-Cordero.

Sacristán 5.º

Por la Estrella vienen todos,

los de cerca y los de lejos.

Yo, sacristán sin campanas,

echo mis luces al vuelo.

Glosador.

Recójanse el balandrán

y vuelvan pronto a sus pueblos

que este Cura oficia solo

en misa de pino seco,

con ropa de sangre y llanto,

con roncos bronces de truenos,

bajo la cúpula cárdena,

que rasga el rayo, del Cielo.

Y en la iglesia del Calvario

sacristanes no queremos.

LA TRIBUNA DE CUENCA