Nicolás Cabañas Palomo (1871-1948) añejas sonadas olcades 3
Nicolás Cabañas (1871-1948).

El eco irrepetible

Nicolás Cabañas Palomo representa la pasión silenciosa y la entrega cotidiana vivida por aquellos músicos que, lejos de la fama universal, conforman la savia profunda de la vida cultural de una ciudad. Su figura se asocia con la historia musical de Cuenca, no solo por haber sido director y formador de varias generaciones de músicos, sino por su cercanía, humanidad y esa capacidad inagotable de trabajo y superación. Cabañas encarnó la música como trabajo diario, compromiso social y refugio íntimo, en un recorrido vital marcado tanto por la satisfacción del deber cumplido como por la lucha constante ante la adversidad, la injusticia y el olvido institucional.

Una vocación forjada entre la familia y la necesidad.

Nacido en 1871 en una familia humilde y numerosa, Nicolás aprende desde niño el valor del esfuerzo y la importancia de la música como herramienta de superación personal e incluso social. Sus primeros pasos musicales, dados desde el órgano de la capilla de Nuestra Señora de La Esperanza, revelan un talento precoz y el impulso generado en el entorno familiar para crear, en la propia casa, un pequeño mundo sonoro. Pronto queda claro que la música será refugio, vocación e, indiscutiblemente, centro de existencia. La obtención de una pensión de la diputación provincial le permite realizar estudios en Madrid, alimentando el leal y singular sueño de devolver a su ciudad natal todo lo recibido de esta.

El regreso a Cuenca; la entrega sin límites

Regresar a Cuenca no es para Cabañas un retorno modesto, sino un acto de lealtad. Así, se convierte en el animador vital de la escena musical conquense; pianista incansable, organizador de agrupaciones de todo tipo, adaptador de partituras, certero director e infatigable promotor de la vida musical local. Su casa se transforma pronto y de manera permanente en una suerte de taller perpetuo donde amigos y alumnos encuentran guía y entusiasmo. La enseñanza musical que dicta —exigente y sensata, como manda la cordura, el sentido común y la responsabilidad en sus más envidiables niveles—, muestra a un hombre que cruza los límites del profesional para ejercer, ante todo, de mentor humano.

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Nicolás Cabañas compuso unos Gozos a Ntra Sra. de las Angustias para 2 voces, oboe, trompa, violín, violonchelo, contrabajo y órgano.

La familia, el dolor y la tenacidad.

La vida personal de Nicolás Cabañas está atravesada por el dolor: la pérdida de varios hijos, el precoz abandono familiar de su esposa y el sostén emocional de sus hermanas, con quienes compartirá destino hasta la muerte. Nada le resta serenidad ni compromiso: vela por criar a los hijos desde el respeto a su libertad, al tiempo que los anima a buscar caminos propios, sin imponer el suyo. La generosidad y la naturalidad para afrontar la adversidad se muestran en su devenir vital como legado que sobrepasa lo musical para ocupar el corazón de quienes le rodean, valoran y toman como referencia en todos los órdenes inherentes al perfil de un ser humano con sensibilidad artística.

Compromiso, música y civismo

Su vida profesional queda marcada por un compromiso con la ciudad. Logra hitos como la renovación de la Banda Municipal, la construcción de un templete de conciertos y la modernización del repertorio. Cabañas simboliza el triunfo de la música popular en la vida social, integrando la formación de jóvenes músicos de la Beneficencia y siendo soporte de la cultura cívica de Cuenca. Las crisis, los enfrentamientos y los avatares históricos —incluido el duro expediente de depuración que se ceba en él tras la Guerra Civil— nunca lograrán apagar su vitalidad ni su generosidad para con los jóvenes y la comunidad.

Últimos años, legado y memoria

Jubilado en 1945, no sin el dolor de un reconocimiento oficial que llega tarde, sigue presente en la vida musical conquense, participando en tertulias, asesorando a las nuevas generaciones y compartiendo su saber. El día de su muerte, acaecida el 18 de febrero de 1948, Cuenca despide cariñosamente a quien ya considera “el maestro”. A su entierro, una ingente cantidad de conquenses acompaña su cuerpo, ya sin vida, desde Carretería hasta la Virgen de la Luz, reposando este dentro de un ataúd que se ve coronado con su gorra de director de banda que, como si de su espíritu se tratase, dirige por última vez los pasos de la Banda Municipal de Cuenca al tiempo que esta interpreta las más bellas composiciones creadas por el inquieto maestro que, con paso certero, camina hacía su última morada. Por cierto que Christus, composición del maestro fallecido y que goza de una especial predilección por parte de sus hijos, suena este día con un aire desgarrador que inunda las calles conquenses en el momento de la despedida al maestro.

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En 1996, Fernando J. Cabañas publicó un biografía de Nicolás Cabañas editada por Hoces Nazarenas.

Nicolás Cabañas nace en Cuenca (1871) y pronto despunta como organista en la capilla de Nuestra Señora de La Esperanza (1880 ca). Gracias a una beca estudia música en Madrid (1887), donde se distingue como alumno sobresaliente en Solfeo y Piano (1889-1891), al tiempo que sufre dificultades económicas que lo llevan a tocar en cafés y teatros (1891). Tras varios intentos fallidos, logra ser nombrado director interino y después titular de la Banda Provincial de Música de Cuenca (1898). Se casa con Esperanza Cabeza (1902) y compagina su carrera con episodios familiares marcados por la pérdida de varios hijos pequeños. En 1921, por concurso de méritos, obtiene la dirección de la flamante Banda y Academia Municipal de Música de Cuenca, consolidando así su legado docente. En 1922 su esposa abandona el hogar familiar. En 1927 compone la mítica marcha San Juan. En 1931 pasa a ser subdirector, coincidiendo con el nombramiento del nuevo director, Jesús Calleja. En 1939 se le abre un expediente de depuración, siendo finalmente sobreseído. En 1940 funda el “Sexteto de la Emisora”. Se jubila en 1945 y fallece en 1948, siendo profundamente homenajeado en la ciudad. En 1994 el Ayuntamiento pone su nombre a una calle, inicialmente llamada «Nicolás Cabañas Palomo», denominación que en 1995 se modifica oficialmente por la de «Maestro Cabañas», nombre son el que hoy se conoce a esa vía conquense.

LA TRIBUNA DE CUENCA