PEGATINAS. Texto publicado en la columna «Canicas», del diario «La tribuna de Cuenca», el lunes día 20 de noviembre de 2023
PEGATINAS. Texto publicado en la columna «Canicas», del diario «La tribuna de Cuenca», el lunes día 20 de noviembre de 2023
Hace años conocí a un triste. Era miembro de un claustro de profesores que, sin duda, le venía grande. No era mala persona, aunque el personajillo ponía habitualmente de relieve tener menos substancia que un caldo hecho con cáscaras de nuez. Dábamos clase en un centro de referencia que intentaba ser dominado desde la sombra por un grupito de docentes traumatizados, intrascendentes profesionalmente, que sustentaban su fortaleza en amedrentar a sus compañeros, atacar despiadadamente a quienes sentían tener enfrente y acobardar a cualquiera que les contrariaba. Estos acojonadores natos eran grises, patéticos, estaban cabreados con la vida y, según me cuentan, muchos años después no han conseguido todavía aprender a sonreír ni a sentirse agradecidos por vivir en un contexto realmente privilegiado. Aquellos, ya entonces ,aprendices de macarras —ellos hablaban de sí mismos como si fuesen Mozart reencarnado, que conste—, ambicionaban hacer valer sus mediocridades adoptando tintes chulescos más propios de zonas barriobajeras que de un centro docente.
El personajillo aquel, el mustio al que aludía al principio, que ya por entonces era aprendiz aventajado de tontaina, en lugar de avanzar hacia la adquisición de un estilo propio de calidad, optó siempre por, allá donde estuviese, agradar y caer bien a quien en ese momento le parecía que controlaba la situación. Así, en las reuniones donde había uno de esos amedrentadores enfermizo, el infeliz no hacía sino, con cara de circunspecto carente de enjundia alguna, asentir las barbaridades que aquellos soltaban, sabedor de que, en caso de ser contrariados, lo sancionarían eliminándolo de su coro de palmeros. Lo chocante es que el pobre diablo, cuando se separaba de esos becerrillos aprendices de miuras, buscaba a los que nos tocaba lidiar con ellos y nos daba todo su apoyo… pero sin que le oyesen los perdonavidas, claro.
Un día, al entrar en mi despacho a reiterarme ese ridículo apoyo que obviamente yo no valoraba, el subconsciente me traicionó y le saludé tal y como le conocíamos entre bambalinas: «Hola, pegatinas». Sorprendido, minutos después salió reflexionando sobre el valor que tiene una pegatina pegada en la suela de la chancla de un pendenciero… y eso si es que el chulo no ha pisado en su camino una mierda de perro.
PEGATINAS. Texto publicado en la columna «Canicas», del diario «La tribuna de Cuenca», el lunes día 20 de noviembre de 2023
PEGATINAS. Texto publicado en la columna «Canicas», del diario «La tribuna de Cuenca», el lunes día 20 de noviembre de 2023