¿Valores? canicas artículos prensa

Alegría y rabia, satisfacción y disgusto son sensaciones que he sentido esta mañana cuando he leído un mensaje en una red social. El texto en cuestión iba al pie de una foto de nuestro, estoy convencido de que él lo cree así, más querido y aclamado líder político. De ese que, supuestamente y según él mismo proclama, cuenta con el apoyo de la inmensa mayoría de los españoles, razón esta por la cual vuela tan alto y tan a menudo. El texto decía algo así: «Con tanta mentira, menudos valores estás transmitiendo a tus hijas».

La primera alegría me la ha dado el hecho de que el mensajito estuviese en una cuenta con nombre y apellidos reales, no amparada en el anonimato o en un alias tal y como cada vez hacen más cobardes y mediocres. Eso ya ha hecho que el tipo en cuestión se ganase mi reconocimiento. Pero es que luego, y ahí es donde se ha dado la colisión de sensaciones que he experimentado, por una parte me ha parecido magistral el cogollo de la reflexión, dándome por otra una rabia tremenda no haber sido yo el que lo haya puesto negro sobre blanco, máxime cuando es una cávala que he hecho en múltiples ocasiones, bien es cierto que en conversaciones privadas. Está claro que a ese tipejo le importa tres leches lo que de él opinen aquellos que tiene a sus pies y que hoy caminan hacia el este, jurando y perjurando que jamás lo harán hacia el oeste, para mañana encaminar sus pasos hacia poniente simplemente porque este sujeto, al verse él solito en el espejo, ha decidido cambiar de opinión. Obviamente, también le trae al fresco lo que el pueblo piense pues, como ese semidios —perdón, ¡Dios!— que se considera que es, cree contar a su favor con la fe ciega de gran parte del populacho. Pero, al margen de que use a unos y otros como si fuesen pañuelos de papel, ¿de verdad que no le preocupa que sus retoños tengan como referencia a alguien que no es de fiar, cuya palabra no tiene ningún valor, que hoy puede decir una cosa y mañana la contraria sin dar explicación alguna y sin acreditar ningún cargo de conciencia?

Se me escapa algo en esa forma de ser y actuar. Quiero creer que responde a un perfil psicológico de manual pero, si no es así —y aunque lo sea—, joder cómo me preocuparía yo de estar en su piel.

LA TRIBUNA DE CUENCA