¿Bondad del caudillo? canicas artículos prensa

Hace algo más de veinte años mis labores profesionales todavía me sujetaban en mi tierra, en Cuenca, en Castilla-La Mancha. Por aquellos tiempos, un cambio en el gobierno nacional hizo que la persona que había asumido la presidencia de esta región durante algo más de veinte años fuese nombrado, por el ínclito Rodríguez Zapatero, ministro de Defensa abandonando sus responsabilidades en mi tierra.

En aquellos tiempos no era extraño que por mi trabajo tuviese contacto regular con responsables del PSOE de mi provincia quienes, ante este giro en la política regional, se mostraban, fuera de focos y micrófonos, un tanto sorprendidos, así como expectantes ante cómo les podría ir ese cambio en una región en la que Bono había ganado en seis ocasiones y siempre por mayoría absoluta. Todos habíamos oído hablar de Barreda y por todos era al menos conocido… pero sin embargo no llegaba al grado de popularidad que su antecesor, el todoterreno Bono, había conseguido alcanzar. Hablar con los altos gerifaltes del socialismo conquense te llevaba a escuchar, en conversaciones mantenidas a puerta cerrada siempre, valoraciones que por respeto no procede señalar… salvo una que, por su naturaleza, sí me parece digna de serlo. Todos ellos, sin paliativos, venían a destacar que, sin menoscabo de los valores de Bono, Barreda era una buena persona, una muy buena persona, por encima de cualquier otra valoración.

Me pregunto si hoy en día aquellos responsables de ese partido, con los cuales no trato desde hace lustros, hacen esa o parecida valoración del que es hoy su máximo jefe de filas, me refiero al insufrible Sánchez. No sé por qué pero, conociendo a alguno de ellos, me extraña mucho. Además, al margen de lo que dijesen, dando igual que lo manifestasen en público o en privado, no conviene olvidar que la bondad, al margen de ser proclamada, ¡o no!, ante todo se ejerce, se percibe, se nota. Y para mí que mucho de eso no tiene el caudillo monclovita que hoy nos gobierna.

LA TRIBUNA DE CUENCA